Mejores Prácticas internacionales
El enoturismo o turismo del vino ha tenido una gran expansión desde los años 90 y, en la actualidad, se puede considerar como una actividad turística de primer orden. El turismo del vino ofrece ventajas para el sector vitivinícola al tiempo que ofrece una oportunidad de diversificación económica para territorios rurales. Con la incorporación decidida al mercado internacional de nuevos países que han llevado a cabo un marketing muy agresivo, la actividad enoturística se extiende por todo el mundo desde los productores tradicionales en Francia (Alsacia, Borgoña, Champagne, Burdeos,…), Italia (Toscana, Barolo,…) y Alemania (Mosella, Rhin) a los Estados Unidos (Napa Valley, Sonoma Valley, Russian Valley,…), Australia (Barrossa Valley) o Argentina (Mendoza) por mencionar los principales. En España, el turismo del vino ha dejado de ser una promesa para convertirse en pocos años en una realidad por la que apuestan cada vez más territorios y empresarios vitivinícolas y turísticos. La organización de Rutas del Vino a nivel nacional está contribuyendo a la difusión de esta oferta.
Ventajas para las bodegas
Hace unos años, en España, muchos productores de vino, incluso grandes empresas, pensaban que al vino “era mejor dejarlo tranquilo”, alejado de los visitantes. Esta actitud está cambiando con cierta rapidez aunque, en el fondo, algunos todavía consideran que el enoturismo es sólo una moda pasajera o algo que hay que hacer porque lo hace la competencia. La realidad es que sólo con una actitud adecuada y un buen diseño y gestión de la actividad enoturística se pueden aprovechar todas las oportunidades que ofrece.
Abrir las bodegas a las visitas turísticas permite explicar las características de las viñas y los cuidados requeridos para obtener una buena materia prima, dar a conocer el proceso de elaboración de los vinos y enseñar a diferenciar y apreciar un buen vino, así como el esfuerzo y trabajo que encierra cada botella.
Se trata, sin duda, de un medio excelente para cerrar el ciclo de promoción y venta: el visitante se informa sobre el producto y la empresa, lo prueba y compra algunas botellas. Un conocimiento más a fondo del producto contribuye a mejorar el posicionamiento de las marcas y la disposición por parte del visitante a pagar más por un buen vino.
Una visita a una bodega que supera las expectativas del visitante, además de tener un impacto decisivo en la compra de vinos al final de la visita, aumentará el consumo posterior de esos vinos por parte del visitante y contribuirá a su fidelización. De regreso a su casa beberá ese vino con más interés y gusto. Si invita a amigos o familiares les explicará su experiencia enoturística y hablará de lo que aprendió sobre ese vino. También puede ser que lo ofrezca como regalo. De este modo los visitantes de las bodegas se convierten en prescriptores. Por otro lado, con el aumento de la información sobre vinos y la popularidad del enoturismo los consumidores son cada vez más exigentes y pueden rechazar productos que no estén a la altura de sus expectativas.
El gráfico siguiente muestra el resultado de una investigación realizada en Australia sobre el impacto de las visitas a las bodegas.
La visita a una bodega supone probablemente uno de los momentos más intensos e importantes en la relación entre el productor (la bodega) y el consumidor (visitante). Cuando se organizan profesionalmente, las visitas a bodegas generan una relación emocional con la marca y el producto que difícilmente se consigue con otros medios de modo que, aunque el número de visitantes sea menor que el impacto (teórico) que se puede lograr con medios de publicidad masivos, su eficacia es muy alta y deberían contemplarse de forma seria en las estrategias de marketing
Algunas referencias de INNOVA Management en enotursimo.